Tres consejos para poder disfrutar de la soledad
La soledad puede ser abordada desde distintos puntos de vista y, por tanto, existen muchas maneras de trabajarla en forma personal. Más que verla como un problema, es una invitación importante a valorar nuestra propia vida.
En una sociedad como la nuestra, en donde todo está muchas veces centrado en la velocidad, el éxito y por tanto, en la obtención y mantenimiento de logros externos para una vida aparentemente más plena, la existencia de la soledad en cada uno de nosotros puede ser tomada como un inmenso valor a apreciar o bien como una causa de fracaso en algún aspecto de nuestra vida personal.
Independientemente de la percepción que tengamos de ella, y de nuestro consecuente nivel de culpabilidad o gratitud frente a la misma, lo cierto es que, en todo momento, siempre estamos rodeados de opciones a tomar. No somos víctimas de nuestras circunstancias; es la fuerza que nosotros le demos a los acontecimientos externos los que van marcando la diferencia. Y es así como nos podemos ver en distintos momentos quejándonos de nuestra soledad, sufriendo y prestando especial atención a nuestra edad, a la comparación con personas similares y a la ausencia de una compañía sentimental y/o de hijos, o bien, en el otro extremo, podemos vivir disfrutando a plenitud la capacidad de vivir una vida por nosotros y desde nosotros.
Consejos para La Soledad
La intención es intentar rescatar lo valioso que existe en cada uno de nosotros cada vez que estamos solos. En momentos en los cuales contamos cada vez con menos tiempo para nosotros mismos dentro de nuestras actividades diarias ( lo cual también es una opción personal ), considero de suma importancia el ir desarrollando un punto de equilibrio que nos permita identificar ciertos patrones poco favorables y potenciar aquellos que nos beneficien para llevar una vida con mayor enfoque desde nosotros y así poder brindar lo mejor de nosotros mismos a nuestro entorno. En este sentido, las siguientes acciones son sumamente sencillas y aplicables como una primera gran aproximación:
• Evaluemos nuestros apegos: Este punto, en lo personal, fue crucial para mi. El darme cuenta que el nivel de apego que tenía a ciertas cosas materiales podía llegar a ser tan intenso como el de un drogadicto que se sentía morir sin consumir su droga habitual me hizo replantear el enfoque que tenía de mi vida y la cantidad de acciones mecánicas que marcaban mi día a día. Ir dejando estos apegos implica hacer nuevas cosas, siendo un punto importante a considerar el velar, como nuestro propio centro, por nuestra salud física y mental.
• Conectemos con nuestras emociones: Cambiar el rumbo de nuestras emociones es muy importante. Conectar con nuestro estado de gratitud es, probablemente, el paso más crucial a dar, ya que nos hace sentir emponderados y con una compañía que es permanente y estará con nosotros durante todos los días de nuestra vida: Nosotros mismos. Por otra parte, vivir nuestras emociones nos ayuda a ir hacia adentro, atender esos momentos y luego volver a nuestro estado de gratitud porque todo lo que nos sucede encierra siempre un aprendizaje.
• Disfrutar de nuestra propia compañía: Si nos sentimos en soledad, más que apresurarnos a buscar a alguien que nos acompañe en forma casi desesperada, es aprender a sentirnos bien con nosotros mismos en nuestra independencia. Acciones tan simples como ir regularmente al cine solos o ir a comer solos, aparte de las salidas con amigos o familia, nos va reconciliando con esa parte de nosotros que siempre llevamos dentro y estará con nosotros pase lo que pase. Ahora bien, en el marco de una relación sentimental, si queremos invitar a alguien a compartir nuestra vida, tengamos claro que finalmente y pase lo que pase, siempre nos tenemos a nosotros mismos primeramente y en última instancia.
La soledad puede ser abordada desde distintos puntos de vista y, por tanto, existen muchas maneras de trabajarla en forma personal. Más que verla como un problema, es ciertamente una invitación importante a valorar este preciso instante, agradecer por todo lo que ya somos y tenemos y enfocarnos en nuestra vida como propulsor de cambio y plenitud internas que se despliegan hacia nuestro entorno. Para finalizar, nunca está de más recordar las siguientes tres palabras: “Nunca estamos solos”.
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