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martes, 17 de junio de 2014
Historia de las velas
Historia de las velas.
La palabra vela o cirio, procede del latín su significado es brillar. Un medio de ofrenda es encender una vela en una iglesia, un santuario, o un templo, sintiendo una manifestación espiritual, y una necesidad interna de ponerte en contacto con Dios, con los Santos o las Vírgenes de nuestras parroquias, y descargar nuestras culpas, nuestras penas, nuestros pecados, nuestras incertidumbres, pidiendo un favor por nuestros allegados o por nosotros mismos, es necesario cargar esta vela con claridad del propósito que queremos y siempre encenderlas con materiales naturales, y nunca de otra vela ya encendida en ofrenda.
Cuando se utilizan para ceremonias de cultos, rituales o trabajo de magia, estas velas también deben ser encender con cerillas o alguna remita prendida, pues el fuego es uno de los cuatro elementos que compone el mundo material, aire, agua, fuego y tierra, y el fuego siempre se ha conocido como un arma muy poderosa para la humanidad y su evolución, de ahí nació un mito celestial muy conocido en la historia de Prometeo, el que robó el fuego a los dioses para entregarlo a los hombres, poniéndolo en manos de los humanos. La magia y el poder del fuego está en proporcionarlo y mantenerlo encendido durante un determinado periodo de tiempo, así cuando la vela se va quemando se va produciendo energía en la que va nuestro propósito, la que termina como destino final en el plano astral, donde se acumula y pasa a convertirse en materia la que favorece al objetivo, ya sean de índole espiritual o material, y hace que se cumpla de forma natural. Estas velas debe de estar hecha lo mas puras posibles de cera de abejas para que queme bien y tenga su efecto mágico.
Esta magia se puede trabajar para hacer el bien, con velas blancas, y para hacer el mal se utiliza las velas negras de cebo, estas solo y únicamente para invocaciones de magia negra, con la que hay que tener mucho cuidado con lo que se hace o se pide, pues se tiene que tener conocimiento y saber controlar y dirigir la energía. Las velas de miel se utilizan para todo lo relacionado con el amor de pareja. Y las de parafina, son las que más se usan y se adaptan a todos los fines. Para apagarla nunca se debe soplar la llama, hay que quitar el oxigeno del fuego ahogándolo con un objeto, o mojándose los dedos pulgar e índice y oprimiendo la mecha.
La llama de una vela que cae hacia abajo y se eleva repetidas veces nos está indicando un peligro.También se indica éxito seguro cuando la punta de la mecha, de donde nace la llama, se pone brillante. Si este brillo dura mucho tiempo el éxito será prolongado, pero si se desvanece pronto será de corta duración. Una llama que arde lentamente y es de corta altura nos indica que en nuestros proyectos actuales no habrá éxito. Si la llama de la vela se mueve en forma de espiral o dando continuas vueltas nos está indicando que llevemos cuidado con algunas personas de nuestro alrededor porqué nos pueden traicionar. Una llama que chisporrotea nos comunica que pronto tendremos una desilusión. Si la llama se apaga repentinamente nos indica una pérdida. Desde la antigüedad se ha creído siempre que la luz de las velas disipaban al hombre de la oscuridad, del frío, de las cosas que obran en la oscuridad y de los malos espíritus. El uso de las velas requiere también nuestro esfuerzo personal, no basta con encenderlas hay que poner tanta fe como lo hacemos cuando recitamos una oración. Las velas que se ponen en los altares deberían ser siempre blancas, altas y de cera de abeja; dos es lo normal (una a cada lado), pero se puede poner también una (siempre en el centro). Encender las velas debe ser el primer acto que se realice en un ritual. Hay que tener mucha precaución con el fuego motivo a veces de graves incendios. La mesa del altar debe ser preferentemente de forma rectangular aunque también pude ser cuadrada. Se cubrirá con un paño de altar que se utilizará única y exclusivamente para los rituales, si es posible de seda natural.
Si entramos en mas detalles llegaremos
a la conclusión de que una simple vela encendida, pone en movimiento las fuerzas sutiles de la naturaleza, sólido, la vela (tierra), se transforma en elemento aéreo (aire), encendida (fuego) y liquido (agua). Tomando en cuenta lo explicado anteriormente, la vela es un receptor fijado a nuestro pedido que después de encenderla expande y transmite nuestra solicitud para llevar a cabo nuestra petición. Una vela encendida no sólo sirve para iluminar, como era costumbre en la época en la que no existía la energía eléctrica. Actualmente es más que eso, es un instrumento simbólico utilizado “iluminar” el camino de nuestros ruegos, pedidos y pensamientos y conectarlos con el plano astral para ejecutarlos.
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